Quienes han estudiado la discapacidad  y más específicamente quienes han centrado su objeto de estudio en los alumnos con TEA coinciden en que las estrategias de intervención educativa no deben estar centradas en el déficit  sino partir de las condiciones particulares del alumno y de sus potencialidades.
Desde esta perspectiva, los entornos en los que se sitúan las personas con TEA deben ser ricos en estímulos y que puedan prestar ayuda y apoyo en forma natural.
Es por ello necesario que las personas que se ocupan de facilitar su desarrollo y de realizar intervenciones pedagógicas tengan un alto grado de expectativas con respecto a sus posibilidades. En este aspecto se incluye tanto el entorno familiar como el escolar.
Los objetivos prioritarios deberían ser:
-       El máximo nivel posible de desarrollo de sus potencialidades.
-       El máximo nivel de autonomía.
Alcanzar estos objetivos, requiere de una evaluación diagnóstica que permita conocer en profundidad  las características particulares de cada alumno, el nivel de desarrollo alcanzado y las estrategias  educativas empleadas hasta  el momento.
En el caso concreto de los alumnos con TEA, el espiral de fracasos proviene muchas veces del propio sistema educativo, que al no encontrar respuestas acordes  tiende a marginar, lo que afecta el desarrollo y el futuro del alumno.
El desconocimiento de las características de estos trastornos, la falta de apoyo  y orientación , determinan que muchas veces la solución sea la expulsión del alumno del sistema educativo o  que las propuestas educativas carezcan  de una fundamentación y análisis que permita el avance del alumno.
Es así que observando las estrategias educativas empleadas hasta el momento de la intervención se observan diversas modalidades y actitudes de cuerpo docente:
Negativa. Ante el desconocimiento, frente a las actitudes incomprensibles del alumno, se lo etiqueta y se procura rápidamente la salida del sistema bajo el lema que no han sido preparados para la atención a la diversidad y es necesario pensar en el  alumno en particular y en resto del alumnado.
Bien intencionada: Se acepta el desafío, sin conocer en profundidad las características del trastorno y se apunta a la contención con el objetivo de satisfacer la necesidad de los padres y del propio alumno de interactuar en otros ámbitos fuera del familiar. Las propuestas educativas  intentan  llenar espacios vacíos sin una profunda reflexión sobre las necesidades reales del alumno.
“La ilusión de homogeneidad queda eclipsada por la propia vida en las aulas, las dificultades de convivencia, los problemas para enseñar, los problemas para aprender, los recorridos tan diferentes de los alumnos en el proceso educativo” (Valdez ,Daniel  2011)
La heterogeneidad de los alumnos con TEA   relacionada con el desarrollo subjetivo  requiere de una propuesta educativa ajustada para cada alumno. Es tal la diversidad de presentaciones que desafía en forma permanente la capacidad y la creatividad del maestro.
Se parte de la premisa que para conocer   y comprender la individual forma de ser , por los distintos niveles de alteración cualitativa en el espectro autista, se requiere de un enfoque interdisciplinario  y un trabajo conjunto de todos los profesionales que intervienen en el proceso , incluida la familia.
“Hemos de dialogar con cada uno de los participantes  y coordinar las tareas a emprender con el fin de realizar propuestas consistentes, sistemáticas, funcionales, adaptables a diversos contextos. Con objetivos compartidos y ajustados a las necesidades educativas de cada alumno” (Valdez, Daniel 2011)
Concretar este objetivo se torna difícil en  algunos casos, ya que las prestaciones corresponden a diversos organismos,  muchas veces públicos y privados lo que impide que las acciones conjuntas se concreten.
Sigue siendo necesario contar con equipos interdisciplinarios en las instituciones educativas y  contar docentes, que desde educación especial, colaboren con la inclusión de los alumnos.
Con las dificultades señaladas, este es el enfoque  que se comienza a observar en los últimos años  en la medida que se ha investigado más sobre las características del alumnado con TEA, mejorando considerablemente las intervenciones educativas.


                     Escolarizar a los alumnos con TEA
El espectro autista es muy amplio. Desde alumnos que pueden seguir el curso, que leen y escriben , pueden resolver situaciones problemáticas, a otros, con ausencia de lenguaje, con otros trastornos asociados, que no controlan esfínteres, con conductas disruptivas, etc.
Esta diversidad  requiere de una variedad  de propuestas educativas  y posibilidades para hacer posible su escolarización.
En el Uruguay estos alumnos han sido escolarizados en centros  de educación especial y existen antecedentes  de alumnos escolarizados en educación común con el apoyo de los maestros itinerantes de la escuela de referencia.
La tendencia actual es la incorporación del alumnado  a las escuelas comunes con el apoyo y asesoramiento brindado desde los equipos de educación especial.
Decidir sobre el mejor lugar, va a depender de los apoyos que pueda requerir y también de las condiciones del centro  de poder brindar una respuesta adecuada.
Según Rivière, para que un alumno con TEA esté incluido en un centro educativo, este le  debe proporcionar:
§  Flexibilidad
§  Capacidad de adaptación
§  Personalizar y diversificar   las estrategias  educativas.
 Como lo expresa Daniel Valdez , la diversidad de caminos  que sigue  el desarrollo subjetivo es múltiple, muy heterogénea y nos plantea el interrogante sobre los criterios de escolarización  que han de seguirse en cada caso.
Por ello es necesario situarse en una perspectiva evolutiva, teniendo en cuenta que es un trastorno del desarrollo.
Se hace necesario dar un enfoque contextualista o situacional, del individuo a la situación.
“Situaciones que son siempre singulares, inciertas, complejas, en el sentido de que están condicionadas por múltiples factores y que exigen, no sólo herramientas teóricas y prácticas para intervenir, sino actitudes de autonomía y compromiso que habiliten a dialogar con la situación”. (Sanjurjo Liliana 2009)
Alicia Sainz (1996) propone algunas medidas que debería contemplar el proyecto curricular de un centro para la inclusión de alumnos con TEA.
  • “Organizar espacios comunes, estructurados, que ofrezcan información a través de claves(visuales o auditivas) sobre la actividad social que se realiza en ellos.
  • Proporcionar estímulos sociales coherentes y constantes  para procurar la adquisición de normas de convivencia y predictibilidad  sobre los hechos que acontecen en el centro.
  • Utilizar para el aprendizaje “entornos naturales” de uso común.
  • Analizar las actividades y rutinas del entorno educativo , de manera que puedan establecerse mediaciones  para  que la información y acciones sean significativas para los alumnos con TEA.”
Si pensamos en el alumno, lo primero que debe primar es la comprensión, es fundamental entender como el niño piensa y siente  y como esto se traduce en su comportamiento.
El proceso de aprendizaje se favorece cuando el alumno logra establecer un vínculo  con su maestro que le dará seguridad y confianza.
Es el educador quien debe penetrar en el mundo del niño y no a la inversa.
Las dificultades en la comunicación es uno de los principales obstáculos para los docentes, por lo que se hace necesario encontrar una forma que permita romper el silencio: gestos, sistemas de comunicación alternativa y aumentativa, etc.
El uso de los materiales y el tiempo que se le otorga para la realización de las tareas  es un factor  a tener en cuenta.
 La anticipación de las actividades  a través del uso de agendas  permite organizar el tiempo cronológico y  la planificación del uso de los espacios.
El uso de los materiales responde a variados objetivos. Son mediadores  que contribuyen a la flexibilidad, a la creación, pero a su vez favorecen la función ostensiva que son claves para el desarrollo simbólico subjetivo.( Valdez, Daniel 2011)
Los agrupamientos en el aula deben ser variados con instancias de trabajo individual,  en pequeños grupos y con el grupo clase, siendo estos últimos, dispositivos de andamiaje  y ayudas para aprender.
Por la complejidad y heterogeneidad de las situaciones cada alumno requerirá de una planificación centrada en la persona, en la que  participarán todos los actores involucrados, maestros, profesionales de la salud, familia  y el propio alumno.
La inclusión de los alumnos con TEA en la escuela común es posible y beneficiosa para el alumno y sus pares, pero requiere de un minucioso análisis de los recursos humanos  y físicos de cada centro.
Si bien, como ya se ha analizado, hay un marco normativo que regula y sustenta la inclusión educativa de los alumnos con TEA, la realidad  demuestra que  queda aún un largo camino por transitar  para que las instituciones educativas cuenten con los apoyos  y los recursos necesarios para este fin.

               Martha Fernández

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